Entrevista con Turin Brakes

Dos décadas de calma y claridad
Cuando a comienzos de los 2000 el llamado ‘new acoustic movement’ ofrecía un respiro entre la saturación del britpop y la inminente era del indie, Turin Brakes emergió con un sonido que equilibraba introspección y luminosidad. Formados por Olly Knights y Gale Paridjanian en el suroeste de Londres, el dúo encontró en “The Optimist LP” (2001) un punto de partida que pronto se transformó en referencia: un disco íntimo y emocional que capturó la sensibilidad de una generación que buscaba otras formas de conexión.
Lejos de ser un fenómeno pasajero, Turin Brakes sostuvo una trayectoria marcada por la constancia: diez álbumes de estudio, giras ininterrumpidas y una devoción mutua con su público que ha resistido las modas y los algoritmos. Su más reciente trabajo, “Spacehopper”, reafirma esa identidad cálida y contemplativa que los ha acompañado desde sus primeros días, funcionando como refugio sonoro en tiempos inciertos.
En esta entrevista exclusiva con Radio Britannia, Olly Knights repasa los comienzos del dúo, reflexiona sobre la vigencia de “The Optimist LP”, analiza los desafíos de crear en la era digital y comparte su deseo pendiente de llevar las canciones de Turin Brakes a Latinoamérica.
El eco duradero de “The Optimist LP”
– Este año marca más de dos décadas desde “The Optimist LP”, un disco que no solo significó su debut, sino que además se convirtió en una de las piezas icónicas de lo que entonces se conocía como el “new acoustic movement”. ¿Cómo mirás hoy aquella época y dónde creés que se ubica ese álbum en tu recorrido personal y dentro del panorama de la música británica?
«Creo que es una era que merece reconocimiento por parte de las bandas originales de aquel momento. En realidad, nunca sentimos que formáramos parte de un “movimiento acústico”, aunque siempre tocamos guitarras acústicas porque su sonido, mezclado con batería y bajo de rock, nos resultaba muy fresco. Permitía que la emoción detrás de la interpretación fuera más cruda. Era algo que notábamos tanto en Bowie como en los Red Hot Chili Peppers, y pensamos que podíamos explorarlo desde nuestra propia perspectiva. El álbum pareció adquirir una identidad propia, con un sonido muy diferente para la época. De algún modo sigue sonando atemporal, y la gente lo adoptó con mucho cariño.»
Creatividad, constancia y el poder de una base fiel
– Muchas bandas que surgieron a comienzos de los 2000 se fueron diluyendo con el tiempo, pero ustedes lograron mantenerse en un camino constante: publicando discos, girando y conservando una fuerte conexión con su público. ¿Cuál dirías que ha sido la clave para sostener esa longevidad creativa sin perder el rumbo ni caer en la repetición?
«Nuestros fans han sido increíblemente leales, y realmente son la razón por la que seguimos trabajando tan duro. También creo que somos personas creativas, y que siempre estaríamos haciendo algo, pero Turin Brakes nos dio un motivo y un enfoque. Nos ha regalado una vida llena de color, y poder ver cómo nuestro esfuerzo hace feliz a la gente es un verdadero privilegio.»
– Cuando empezaron como dúo, existía entre ustedes una energía muy particular, casi como una conversación musical entre amigos de toda la vida. Con el tiempo se convirtieron en una banda completa y expandieron su sonido. ¿Cómo recordás esos primeros años de intimidad creativa, y cómo evolucionó —o se fortaleció— ese vínculo al transformarse en un proyecto colectivo más amplio?
«Siempre tuvimos una relación con mucha química; incluso de chicos ya teníamos grandes ideas y compartíamos nuestros mundos, así que eso siempre estuvo en el núcleo creativo de la banda. También nos encantaba el sonido de la batería y desde el principio queríamos explorar un sonido completo, pero no conocíamos bateristas ni teníamos los medios para grabarlos, así que inventábamos los ritmos en nuestra cabeza en aquellos primeros días. Convertirnos en un cuarteto nos permitió expresarnos musicalmente de forma plena, y también fue una bendición para nuestra longevidad, porque Ed (Myer) y Rob (Allum) encajaron a la perfección con nosotros desde el momento en que firmamos un contrato. Nunca tuvimos que buscar en otro lado: la química era evidente.»
“Spacehopper”: un refugio sonoro en tiempos inciertos
– Su último álbum, “Spacehopper”, llegó en un momento muy particular del mundo y transmite una calidez hogareña, como un refugio sonoro. ¿Cómo fue el proceso creativo de ese disco y qué buscaban expresar emocional y artísticamente en esta etapa?
«Supongo que todos nuestros discos tienen esa sensación de seguridad, como un lugar al que podés acudir para refugiarte del caos y reflexionar. Eso fue lo que la música significó para mí cuando era joven, así que creo que simplemente estoy devolviendo ese sentimiento a quienes se interesan por mis canciones. Estoy seguro de que Gale siente algo similar con las suyas.»
– Hoy la música se mueve a un ritmo frenético: playlists, algoritmos, redes sociales… ¿Cómo viven esta transformación del ecosistema musical, siendo una banda que se formó cuando la escucha era quizás más deliberada? ¿Sintieron la necesidad de adaptarse o prefieren mantenerse fieles a una forma más artesanal de compartir su arte?
«Nuestro arte siempre está primero. Nunca dejamos que las presiones comerciales lo afectaran demasiado; siempre nos pareció una mala idea hacerlo. Sin embargo, ahora realmente estamos en el Lejano Oeste en cuanto al consumo de música. En cierto modo, la música se siente un poco más barata, como si se diera por hecho que va a estar disponible cuando la necesites. No me gustaría ser un Turin Brakes joven tratando de vender un disco al mundo hoy. Es muy difícil publicar LPs porque enseguida nos vemos ahogados por mucho ruido, y hasta nuestros fans más fieles pueden perderse algún lanzamiento. Aun así, hemos tenido muchísima suerte y reconocimiento, así que no nos quejamos demasiado. En esta etapa obtenemos más satisfacción de la conexión en vivo con el público. Nos encanta hacer discos, pero después de diez seguidos me atrae la idea de explorar nuevas formas de publicar material, tal vez aprovechando mejor la tecnología del streaming, lanzando una canción por vez, de manera más DIY. Quién sabe, pero algo se siente distinto.»
Arte, algoritmos y la era del ruido digital
– Surgieron en una escena británica que todavía contaba con sellos, prensa y espacios que podían sostener el crecimiento a largo plazo de una banda. Hoy ese panorama cambió drásticamente. ¿Creés que aún es posible construir una carrera como la de ustedes en la industria musical actual del Reino Unido? ¿Todavía hay lugar para los artistas que buscan profundidad antes que inmediatez?
«Realmente creo que la profundidad vence a la inmediatez cuando se trata de seres humanos… pero primero tiene que llegar a ellos, y eso es difícil cuando los algoritmos favorecen las tendencias por encima de todo. Es una batalla entre la tecnología y la psicología humana; tal vez la tecnología gane la batalla, pero no puedo imaginar que los humanos pierdan el interés por las conexiones más profundas.»
– Desde sus primeros discos hubo en su música un equilibrio muy particular: melódica y atmosférica, pero con una fuerte identidad. ¿Cuáles fueron las influencias clave que moldearon a Turin Brakes al principio, y qué sonidos, artistas o experiencias siguen inspirándolos más de veinte años después?
«Los músicos de los años 70 como Joni Mitchell, Bowie o Dylan siempre captaron mi atención cuando era chico. Parecían decir sus verdades, y yo les creía. Siempre pensé que podía hacer una versión de eso: cantar sobre la condición humana. Me fascinaba la filosofía que había en sus canciones, y Turin Brakes siempre tuvo eso también. Todavía vuelvo a esa fuente de inspiración. Simplemente escribo lo que soy, tenga 22 años o casi 50. Me gusta la idea de que alguien pueda trazar el recorrido de un alma a través de nuestros discos.»
Una deuda pendiente con Latinoamérica
– En estas dos décadas, el mapa musical se volvió mucho más global y conectado. ¿Tienen algún tipo de relación con la música o la cultura latinoamericana? ¿Alguna vez consideraron girar por esta parte del mundo o tuvieron algún intercambio con fans o músicos de la región?
«Uno de nuestros mayores arrepentimientos es no haber tocado nunca en Sudamérica ni en el Lejano Oriente. Simplemente no se dio. Tocamos muchísimo en Estados Unidos, Australia y Europa, así que cuesta creer que aún no lo hayamos hecho.
Gale siempre se interesó por músicos que provienen de fuera de los ámbitos habituales del rock and roll, y eso siempre influyó en Turin Brakes.»
– Esta no es sobre música, pero noté en tus redes sociales que compartimos una pasión poco común en el Reino Unido: el béisbol. ¿Cómo te conectaste con ese deporte en un país donde no es precisamente popular? ¿Lo seguís de cerca, tenés un equipo favorito o es más bien una obsesión personal tranquila?
«Siempre parecía estar en estudios con fanáticos de los Dodgers, desde el principio, así que empecé a hacer preguntas. Luego, durante el confinamiento por el Covid, necesitaba algo que me distrajera y vi un partido de los Dodgers una noche. Me obsesioné y los seguí hasta que ganaron la Serie Mundial. Como todo nuevo fan, asumí que yo era su amuleto de la suerte. Los he seguido desde entonces, lo cual es un poco absurdo porque son un equipo de la costa oeste y sus partidos son a las tres de la mañana para mí, así que suelo ponerme al día después. El béisbol mantiene ocupado al mono que tengo en la cabeza; es como una terapia, lento y estratégico como el ajedrez, y para mí tiene algo exótico, como la vieja América. Es un buen antídoto para los tiempos actuales. Sé que Sudamérica produce grandes jugadores y equipos; ha sido toda una enseñanza. Creo que encontrar la novedad es la clave para mantenerse joven.»
Un viaje que sigue encontrando su voz
A más de veinte años de su debut, Turin Brakes conserva algo que pocas bandas logran sostener: una coherencia artística que nunca se volvió repetitiva. En tiempos donde la música se consume a velocidad de algoritmo, Olly Knights y Gale Paridjanian siguen apostando por la emoción genuina, por esas canciones que ofrecen cobijo y permiten respirar entre el ruido.
Esa búsqueda constante de humanidad —la misma que definió “The Optimist LP”— sigue guiando su presente. “Spacehopper” confirmó que la calidez y la reflexión aún pueden ser revolucionarias, y que la lealtad de su público se alimenta de esa honestidad que atraviesa todo lo que hacen.
Desde Londres, Knights observa el panorama actual con la serenidad de quien ya entendió que la profundidad todavía puede vencer a la inmediatez. Y mientras imagina nuevas formas de compartir su música, Turin Brakes mantiene abierta una promesa que resuena fuerte de este lado del Atlántico: la de finalmente traer su universo sonoro a Latinoamérica.