Doves

De las pistas de baile a las nubes: el origen de Doves
Antes de sumergirse en el cielo brumoso del indie británico, Jez y Andy Williams compartían con Jimi Goodwin una pasión por la electrónica y el house. Juntos formaron Sub Sub, un proyecto que se movía entre el rave y el pop bailable, con un inesperado éxito en 1993 gracias al single «Ain’t No Love (Ain’t No Use)», que alcanzó el puesto #3 en el UK Singles Chart y los colocó en el centro de la escena clubbing británica. Editado por Rob’s Records, sello fundado por Rob Gretton (manager de New Order), el tema les dio notoriedad, pero también los encasilló como “one hit wonders” del circuito dance.
Sub Sub editó un único álbum, «Full Fathom Five» (1994), que pasó desapercibido a pesar de contener colaboraciones con Melanie Williams y otros músicos de la escena de Manchester. Sin embargo, un hecho fortuito marcó el punto de quiebre: en febrero de 1996, su estudio en Ancoats fue destruido por un incendio. Las cintas, los instrumentos y los archivos se perdieron. La tragedia se convirtió en un catalizador. En lugar de reconstruir Sub Sub, el trío decidió reinventarse desde la raíz. Dejaron atrás los beats, abrazaron las guitarras, y comenzaron a esbozar un nuevo sonido más introspectivo, influenciado por el shoegaze, el post-rock y el legado de bandas como Talk Talk o The Smiths.
El nombre Doves apareció por primera vez en 1998, cuando editaron el EP «Cedar», producido junto a Martin Rebelski, quien más tarde sería su tecladista en las giras. El sonido era otra cosa: melancólico, atmosférico, y con una sensibilidad lírica que estaba ausente en los días de pista. El proyecto había renacido desde las cenizas, y aunque nadie lo sabía aún, estaban por convertirse en uno de los secretos mejor guardados del indie británico de los 2000.
Un debut entre penumbras
El primer álbum de Doves, «Lost Souls», se publicó el 3 de abril de 2000 a través del sello Heavenly Recordings, y marcó una declaración estética inmediata. Desde el primer track, «Firesuite», el disco se presenta como una experiencia inmersiva, teñida de melancolía y resonancias espaciales. La producción, a cargo de la propia banda junto a Steve Osborne, mantiene un equilibrio delicado entre texturas electrónicas heredadas de su pasado como Sub Sub y un nuevo enfoque centrado en la canción, la dinámica instrumental y los arreglos envolventes.
La crítica recibió el álbum con entusiasmo. NME lo calificó como “una obra de belleza dolorosa”, mientras que AllMusic destacó su habilidad para crear atmósferas sin perder de vista la estructura pop. El álbum fue nominado al Mercury Prize en 2000, y alcanzó el puesto #16 en el UK Albums Chart. Canciones como «The Cedar Room», «Sea Song» y «Catch the Sun» se convirtieron en favoritos de los fans y marcaron el tono emocional que definiría al grupo. La voz grave y melancólica de Jimi Goodwin se afirmaba como el canal perfecto para letras introspectivas, mientras que la guitarra de Jez Williams y la batería de Andy aportaban una sólida base rítmica.
«Lost Souls» capturó un clima particular de comienzos de milenio, donde la resaca britpop se mezclaba con una búsqueda más íntima y madura. Lejos de las luces del mainstream, Doves se posicionaron como herederos de una tradición británica más contemplativa, en la línea de Elbow o Radiohead, pero con una identidad sonora propia. El disco les permitió girar extensamente por el Reino Unido y Europa, consolidando una base de seguidores devotos que los acompañaría en cada nuevo paso.
Ascenso a la estratósfera
Publicado el 29 de abril de 2002, «The Last Broadcast» representó un giro luminoso en la paleta sonora de Doves. Si «Lost Souls» flotaba entre nieblas introspectivas, este segundo disco miraba al cielo con una mezcla de ambición melódica y energía expansiva. La banda apostó por una producción más abierta, incorporando arreglos orquestales, cuerdas y una mayor presencia coral. El single principal, «There Goes the Fear», lanzado en edición limitada de un solo día, alcanzó el puesto #3 en el UK Singles Chart y se convirtió en su canción más reconocida hasta ese momento.
El álbum debutó en el #1 del UK Albums Chart, consolidando a Doves como una de las propuestas más respetadas del nuevo indie británico. Críticos como los de Mojo y Uncut destacaron la amplitud emocional del disco, mientras que Pitchfork lo elogió por su equilibrio entre lo épico y lo íntimo. Temas como «Words», «Pounding» y «Satellites» mostraban una banda en estado de gracia, capaz de combinar la emoción de las grandes melodías con una sofisticación instrumental poco común.
En vivo, el grupo encontró su plenitud. La gira posterior incluyó presentaciones memorables en Glastonbury, V Festival y T in the Park, donde su sonido envolvente ganaba una dimensión aún más poderosa. La incorporación permanente de Martin Rebelski como tecladista de apoyo aportó capas adicionales a los arreglos. Con «The Last Broadcast», Doves dejaron de ser una banda de culto para convertirse en una fuerza central del panorama británico post-britpop.
Doves y un viaje al corazón de Inglaterra
Con «Some Cities», lanzado el 21 de febrero de 2005, Doves se propusieron capturar una visión más cruda y directa de su entorno. Grabado parcialmente en un estudio móvil en zonas periféricas del Reino Unido, el álbum tiene una energía más urgente, menos etérea que su antecesor. La producción corrió a cargo del propio grupo junto a Ben Hillier (conocido por su trabajo con Blur y Elbow), y refleja un interés renovado por lo concreto: calles, ruinas industriales, vida cotidiana.
El disco debutó nuevamente en el puesto #1 del UK Albums Chart, impulsado por el éxito del single «Black and White Town», cuyo ritmo marcial y piano insistente lo convirtieron en un himno instantáneo. La canción alcanzó el puesto #6 en el UK Singles Chart, su mayor éxito comercial hasta ese momento. Otros cortes como «Snowden», «Almost Forgot Myself» y «Sky Starts Falling» mostraban una banda que equilibraba tensión y lirismo con naturalidad.
La crítica recibió el disco con opiniones divididas. Mientras medios como The Guardian celebraron su ambición y retrato social, otros como Pitchfork lo consideraron menos cohesivo que «The Last Broadcast». Sin embargo, con el paso del tiempo, «Some Cities» se consolidó como una obra clave en su discografía, valorada por su carácter atmosférico y su mirada introspectiva sobre la identidad británica. Las giras posteriores incluyeron shows sold out en el Royal Albert Hall y una creciente base de seguidores en Estados Unidos, donde el grupo comenzaba a despertar atención en emisoras como KEXP y NPR Music.
Paisajes crepusculares
Editado el 6 de abril de 2009, «Kingdom of Rust» llegó tras un silencio de cuatro años, el más largo hasta entonces en la carrera de Doves. El trío aprovechó ese tiempo para redefinir su sonido, explorando nuevas direcciones sin perder su esencia melancólica. La grabación se repartió entre su estudio casero en Cheshire y sesiones con distintos productores, incluyendo a Dan Austin y el regreso de John Leckie (quien ya había trabajado con ellos en sus días como Sub Sub). El resultado fue un disco más ecléctico, que combinaba elementos de krautrock, folk psicodélico y soul cinematográfico.
El single homónimo, «Kingdom of Rust», resume ese giro: una canción de ritmo sinuoso, con un bajo punzante y guitarras flotantes, donde la voz de Goodwin transmite una mezcla de resignación y esperanza. El álbum debutó en el puesto #2 del UK Albums Chart y fue bien recibido por la crítica: Mojo lo calificó como “su disco más audaz”, mientras que NME destacó la profundidad de la producción. Temas como «Winter Hill», «Compulsion» o «10:03» mostraban una banda sin miedo a experimentar, abrazando estructuras no convencionales y climas más sombríos.
«Kingdom of Rust» marcó también el inicio de cierto desgaste interno. Las giras se hicieron más intensas, y Jimi Goodwin comenzó a mostrar signos de fatiga emocional. Aunque el grupo seguía funcionando como unidad, el impulso creativo comenzaba a deshilacharse. La última gira culminó en 2010, con un concierto en el Warehouse Project de Manchester que, sin anunciarlo oficialmente, funcionó como una despedida en silencio.
Silencios necesarios y caminos paralelos
Tras la gira de «Kingdom of Rust», Doves entraron en una pausa indefinida que duró casi una década. Sin declaraciones altisonantes ni tensiones públicas, simplemente dejaron de tocar juntos. El silencio fue elocuente: después de casi veinte años compartiendo cada proyecto, los tres integrantes sintieron la necesidad de explorar caminos individuales y recuperar cierta autonomía creativa.
Jimi Goodwin fue el primero en dar señales de vida con el álbum solista «Odludek», publicado en 2014. Concebido como una obra profundamente personal, el disco mostró una faceta más experimental y fragmentada, con influencias que iban desde el soul hasta el krautrock, pasando por el folk psicodélico.
Aunque no tuvo un gran impacto comercial, la crítica lo recibió con respeto: Clash Magazine lo describió como “un mapa emocional crudo y sincero”. En paralelo, los hermanos Jez y Andy Williams formaron el dúo Black Rivers, cuyo debut homónimo apareció en 2015. El proyecto conservaba elementos del sonido Doves—atmósferas densas, bases electrónicas, melodías hipnóticas—pero con una orientación más electrónica y menos centrada en la estructura clásica de canción.
Durante esos años, el contacto entre los tres fue esporádico pero cordial. Recién en 2018, tras una invitación a tocar juntos en un concierto benéfico por los atentados de Manchester, renació el vínculo musical. Lo que comenzó como un ensayo casual se transformó en una reunión formal y, finalmente, en la decisión de grabar un nuevo álbum.
El renacer introspectivo de Doves
El regreso discográfico llegó el 11 de septiembre de 2020 con «The Universal Want», su primer trabajo en once años. Grabado entre 2019 y 2020 en distintos estudios, incluidos sus espacios personales en Cheshire y Greater Manchester, el álbum reflejaba tanto la madurez de sus integrantes como los desafíos personales atravesados en la última década. Uno de ellos fue la lucha de Jimi Goodwin contra la depresión, una batalla que el propio cantante reconoció públicamente durante la promoción del disco. La música funcionó como un catalizador: tanto el proceso de escritura como la grabación fueron, según sus palabras, “una forma de sanar”.
Musicalmente, «The Universal Want» expande el universo sonoro de Doves con nuevos matices: guitarras más procesadas, estructuras abiertas, sintetizadores más presentes. Canciones como «Carousels», con su base rítmica sampleada de Tony Allen, o «Prisoners», con su crescendo emocional, marcaron un regreso sólido y sofisticado. La crítica celebró el álbum: The Guardian le otorgó 4 estrellas, destacando su capacidad para reinventarse sin perder identidad. El disco debutó en el #1 del UK Albums Chart, convirtiéndose en su tercer álbum en alcanzar la cima.
El tour planeado para 2021 se vio truncado. A fines de ese año, la banda anunció la cancelación de todos los shows debido a “problemas de salud mental” de Goodwin, quien atravesaba un momento especialmente complejo. Desde entonces, no hubo nuevos anuncios de actividad conjunta, pero el grupo no ha descartado una eventual reactivación. Como suele ocurrir con Doves, el silencio también forma parte de su narrativa.
Constelaciones en tiempos oscuros
Tras un período de incertidumbre y la cancelación de su gira en 2021 debido a los problemas de salud mental de Jimi Goodwin, Doves regresó con fuerza al anunciar su sexto álbum de estudio, «Constellations for the Lonely», lanzado el 28 de febrero de 2025 bajo el sello EMI North. Este trabajo representa una introspección profunda en la psique de la banda, reflejando tanto las turbulencias personales como las inquietudes sociales de la época.
El álbum fue gestado entre 2020 y 2024 en diversos estudios ubicados en Greater Manchester, Gales del Norte y Cheshire, con producción adicional de su colaborador de largo plazo, Dan Austin . La composición y grabación se llevaron a cabo en un contexto de reflexión y sanación, especialmente para Goodwin, quien enfrentaba desafíos personales significativos.
El primer sencillo, «Renegade», lanzado en noviembre de 2024, establece el tono del álbum con una atmósfera distópica inspirada en una visión futurista de Manchester. Andy Williams, baterista y co-vocalista, comentó: «Queríamos lograr una sensación distópica, pensando en Manchester dentro de un siglo más o menos. Algo totalmente imaginario… ‘Blade Runner’ ambientado en nuestra ciudad natal«.
Musicalmente, el álbum explora territorios más oscuros y complejos, fusionando el característico sonido melancólico de Doves con elementos progresivos y arreglos intrincados. Canciones como «Cold Dreaming» y «Saint Teresa» destacan por su profundidad emocional y sofisticación sonora. Sin embargo, la ausencia parcial de Goodwin en algunas pistas llevó a que los hermanos Jez y Andy Williams asumieran más responsabilidades vocales, aportando una nueva dinámica al sonido del grupo .
En cuanto al desempeño comercial, «Constellations for the Lonely» debutó en el puesto #2 del UK Albums Chart, consolidando la posición de Doves en la escena musical británica contemporánea.
Conclusión: Un viaje de resiliencia y evolución
A lo largo de más de dos décadas, Doves ha trazado un camino marcado por la reinvención y la introspección. Desde sus inicios como Sub Sub, pasando por la transformación en una banda de indie rock reconocida, hasta enfrentar pausas y desafíos personales, el trío ha demostrado una capacidad única para adaptarse y evolucionar. «Constellations for the Lonely» no solo refleja las sombras y luces de su trayectoria, sino que también reafirma su compromiso con la autenticidad artística. En un panorama musical en constante cambio, Doves permanece como un faro de integridad y profundidad emocional, ofreciendo a sus oyentes una banda sonora para los altibajos de la vida.