Alison Godfrapp

Los inicios de Alison Goldfrapp
El 13 de mayo de 1966, en Enfield, al norte de Londres, nacía Alison Elizabeth Margaret Goldfrapp, la menor de seis hijas de Isabella Barge (enfermera) y Nicholas Goldfrapp (exoficial del ejército y publicista).
Desde temprana edad, su familia se trasladó con frecuencia hasta establecerse en Alton, Hampshire, donde estudió en el Alton Convent School y tuvo su primer acercamiento a la música cantando en el coro escolar.
A los 16 años, tras una breve estancia en Bélgica, se mudó a Londres, donde tomó clases de canto antes de ingresar a la Universidad de Middlesex para estudiar Bellas Artes. Su talento escénico llamó la atención de Paul Hartnoll, del dúo electrónico Orbital, quien la invitó a participar en su tercer disco.
Primeras colaboraciones: Orbital, Tricky y la escena electrónica británica
El debut discográfico de Alison Goldfrapp llegó en 1994 con su participación en «Sad But True» y «Are We Here?», dos canciones del álbum «Snivilisation» de Orbital. Este trabajo fue clave para la consolidación del dúo y más tarde sería incluido en la lista de 25 Best Dance Albums Ever de Q Magazine.
Ese mismo año, colaboró con Dreadzone, el colectivo de reggae-dub fundado por Greg Roberts (Big Audio Dynamite) y Tim Bran, en su EP en vivo «Performance».
En 1995, fue convocada por Tricky para su icónico álbum «Maxinquaye», donde aportó su voz en «Pumpkin», lanzado como single en noviembre de ese año, logrando el puesto #26 en el UK Chart.
Durante los siguientes años, Goldfrapp consolidó su reputación como vocalista colaborando con artistas como Spacer (Luke Gordon), John Parish (para la banda sonora de «Rosie») y Add N to (X) en su álbum «Avant Hard».
El nacimiento de Goldfrapp: Encuentro con Will Gregory
En 1999, en plena búsqueda de su propio sonido, un amigo le presentó a Will Gregory, compositor con experiencia en cine y televisión, conocido por haber trabajado con Tears for Fears, Peter Gabriel, The Cure y Portishead.
Tras intercambiar ideas por teléfono—Gregory vivía en Bath y Alison en Londres—, decidieron alquilar un bungalow en Wiltshire para desarrollar su música. Así nació Goldfrapp, el proyecto que llevaría su apellido y con el que lanzarían siete álbumes de estudio entre 2000 y 2017.
Goldfrapp: Innovación en el pop electrónico
Desde su debut con «Felt Mountain» (2000), Goldfrapp evolucionó a través de diversos estilos, desde el electropop glamouroso de «Black Cherry» (2003) y «Supernature» (2005) hasta la experimentación synth-pop de «Head First» (2010).
En 2019, la banda planeó una gira por el 20º aniversario de «Felt Mountain», que se postergó por la pandemia y finalmente se realizó en 2022. Tras ello, el proyecto entró en pausa, sin descartar un regreso en el futuro.
La Invención de Alison Goldfrapp
Durante el confinamiento por la pandemia, Alison Goldfrapp comenzó a trabajar en música en solitario y colaboró con Röyksopp en «Impossible», incluido en su álbum «Profound Mysteries» (2022).
Ese mismo año, presentó «Digging Deeper» con el dúo alemán Claptone, en un remix de lo que sería un adelanto de su primer álbum en solitario. Con el respaldo de BMG, se embarcó en la producción de su disco junto a James Greenwood, Richard X (colaborador en «Head First») y Toby Scott.
Anticipado por singles como «Fever», «So Hard So Hot» y «NeverStop», su álbum debut «The Love Invention» fue lanzado el 12 de mayo de 2023, alcanzando el #6 en el UK Albums Chart y el #1 en los Scottish Albums Chart e Independent Albums Chart.
Con un sonido que combina house, disco y synth-pop, Alison Goldfrapp reafirma su estatus como una de las artistas más innovadoras de la escena electrónica británica.
Vibra etérea desde la independencia creativa
En agosto de 2025, Alison Goldfrapp presentó su segundo disco en solitario, Flux, editado el 15 de agosto a través de su propio sello, A.G. Records. El álbum, grabado tras su debut en solitario The Love Invention (2023), expone una paleta sonora donde el synth-pop adquiere contornos introspectivos y tejidos emocionales.
Canciones como “Find Xanadu”, “Reverberotic”, “Sound & Light” y “Hey Hi Hello” construyen paisajes de anhelo, fantasía corporal y conexiones cósmicas; incluso la apertura ofrece un abrazo entre nostalgia y liberación. Flux invita a danzar desde la vulnerabilidad, fusionando melodías cautivantes con delicadas capas nostálgicas (“Cinnamon Light”) y clímax sosegados que explotan en euforía contenida (“Play It (Shine Like a Nova Star)”).
Este álbum reafirma su condición de visionaria pop que, al tomar control de su propia música, crea desde una autenticidad sin concesiones. Flux no solo despliega ganchos memorables, sino que refleja una artista en flujo permanente, capaz de hacer brillar lo introspectivo sin abandonar su identidad glamorosa y sensorial. Ocurre un renacimiento: esto no fue un regreso, sino una evolución íntima y expansiva.
